El Trastorno del Espectro del Autismo (TEA) es una condición del neurodesarrollo que se presenta desde los primeros años de vida y que acompaña a la persona a lo largo de toda la vida.
Actualmente, se diagnostica como un Trastorno del Neurodesarrollo dentro de clasificaciones internacionales como la DSM 5 (Asociación Americana de Psiquiatría) o la CIE 10 (Organización Mundial de la Salud). En clasificaciones anteriores, el Trastorno del Espectro del Autismo incluía un grupo de trastornos que se llamaban Trastornos Generalizados del Desarrollo y que incluían el Autismo, el Síndrome de Asperger o el Trastorno desintegrativo. Hoy en día la comunidad científica establece que una categoría como el TEA permite describir y reconocer mejor a un conjunto de personas con unas necesidades semejantes.
Sin embargo, buena parte de las personas en el Espectro del Autismo, consideran que las características que implican un trastorno, no suponen algo negativo si no que prefieren hablar de una condición. Esta condición se mantiene a lo largo de toda la vida independientemente de su buena evolución, por eso se considera una discapacidad, ya que la personas puede necesitar de apoyos a lo largo de su vida.
Todas las personas comparten dificultades en el desarrollo de las habilidades sociales y comunicativas y presentan un comportamiento e intereses repetitivos. Sin embargo, estas dificultades se presentan con diferente grado de intensidad a lo largo de un “espectro” de intensidad. Además, las personas con TEA pueden tener asociadas otras condiciones que hacen que su presentación sea muy diversa en cada una de ellas.
Estas dificultades aparecen con diferentes intensidades en cada persona, y evolucionan a lo largo del desarrollo y en los diferentes momentos de la vida, en la mayoría de los casos de forma positiva, como consecuencia de una intervención individualizada y especializada.
Este perfil individual también está condicionado por la aparición de algunas otras dificultades que pueden aparecer asociadas:
El diagnóstico clínico de los TEA se llega a través de una serie de dificultades en las personas que son las que normalmente condicionan la adaptación familiar, laboral y social de una persona. Pero los TEA es una condición que implica una forma diferente de procesar la información y de comprender el mundo que nos rodea por lo que no sólo implica una seria de dificultades si no también una serie de destrezas y talentos que se observan en diferentes capacidad y facetas:
Muchos de las adaptaciones y programas de intervención están basados en estas habilidades en las que destacan como apoyo a aquellas que más dificultades pueden mostrar.
Actualmente, las clasificaciones internacionales solo establecen la presencia de una categoría diagnóstica para todas las personas que comparte este conjunto de características. Anteriormente, el diagnóstico de Síndrome de Asperger se utilizaba para identificar a todas aquellas personas que teniendo las características compartidas con el Autismo no tenían Discapacidad Intelectual asociada, no tenían dificultades en el desarrollo del lenguaje y no mostraba un retraso en la adquisición de habilidades adaptativas en los 3 primeros años.
La investigación ha establecido que no hay diferencias suficientes como para que exista una categoría diagnóstica diferentes, y este grupo de personas serán identificadas con personas con Trastorno del Espectro del Autismo, sin Discapacidad Intelectual asociada. Sin embargo, muchas personas que a lo largo de muchos años se han identificado con esta categoría diagnóstica y se han generado muchos recursos específicos para este perfil. Teniendo en cuenta esta necesidad se respeta el uso de este nombre como etiqueta socialmente reconocida aunque no sea un categoría diagnóstica clínica.